Le he puesto una rosa triste
a la flauta melancólica:
cuando cante, cantará
con música y con aroma.
Tendrá una voz de mujer,
vacilante, arrulladora,
plata con llanto y sonrisa,
miel de mirada y de boca.
Y será cual si unos dedos
finos jugasen con sombra
por los leves agujeros
de la caña melodiosa...
Tonada que nunca llega,
oída una tarde en la fronda,
tonada que iba a cogerse
y que huía entre las hojas!
Para ver si no se iba,
la engañé con una rosa:
cuando llore, llorará
con música y con aroma.