Vámonos a soñar al jardín solitario...
Allí, bajo el boscaje de laurel, las violetas
y las rosas perfuman un místico sagrario
hecho para las novias de los tristes poetas.
Ha nacido la luna, y su níveo sudario
inunda de tristeza las lejanas siluetas...
y al frescor de la brisa nocturna, el incensario
de la tierra embriaga las soledades quietas.
Vámonos a soñar bajo el tibio boscaje
de laurel; las guirnaldas del argénteo ramaje
dejan ver lo infinito de los cielos profundos...
Enlazadas mis manos en tus manos de nardo,
estaremos la noche mirando el dulce y tardo
titilar somnoliente de los lejanos mundos.