Nosotros los poetas, de Julio Alfredo Egea Reche | Poema

    Poema en español
    Nosotros los poetas

    A veces los poetas 
    nos vamos desgranando 
    en palabras sonoras 
    que algún cretino alaba, 
    y otras veces soñamos 
    con la amada difícil 
    de un gánster neoyorquino. 
    Pero esto pocas veces. 
    Otras veces doblamos 
    nuestra alma de papel 
    para echarla al buzón 
    de algún pueblo olvidado, 
    sin dirección ninguna. 
    Pero nunca la echamos. 
    Y cualquier día sentimos 
    proyectarse en nosotros 
    una tristeza oblicua, 
    y entonces no debemos 
    agitar en el viento 
    nuestra fusta de gritos. 
    Debemos sonreír 
    como cuando nos muerde 
    una mujer o un niño. 
    Debemos sonreír 
    como cuando nos pisa 
    un pie que hemos besado 
    y pensamos besar. 
    Debemos sonreír 
    porque ya poseemos 
    la verdad de la Vida, 
    desmayada en los brazos 
    como una amada fiel. 
    De que vale tener 
    temblor y luz de voz 
    para decir tan solo 
    que la rosa es muy bella. 
    Las rosas son suspiros 
    de Dios. Basta con esto. 
    Nosotros los poetas 
    tenemos que gritar 
    a los hombres que pasan 
    sin mirar las estrellas. 
    Llegar hasta cada hombre 
    roto de zarzamora 
    y darle nuestra savia 
    –luminosa y eterna– 
    de árboles elegidos. 
    Nuestra voz ha de ser 
    un mensaje nupcial 
    para cada alma hermana; 
    un mensaje caliente 
    –incubado en nosotros–, 
    que florezca en los ojos 
    y en la voz y en las manos. 
    Y siempre que sintamos 
    proyectarse en nosotros 
    una tristeza oblicua... 
    debemos sonreír, 
    pero nunca debemos 
    agitar en el viento 
    nuestra fusta de gritos. 
    Debemos sonreír 
    como cuando nos muerde 
    una mujer o un niño. 
    Porque todo lo nuestro 
    nos llegará doliendo 
    y por eso sabremos 
    que es hondamente nuestro. 

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