Oda a Nísida, de Leandro Fernández de Moratín | Poema

    Poema en español
    Oda a Nísida

    ¿Ves cuan acelerados, 
    Nísida, corren a su fin los días? 
    ¿Y los tiempos pasados, 
    cuando joven reías, 
    ves que no vuelven, y en amar porfías? 

    Huyó la delicada 
    tez, y el color purísimo de rosa, 
    la voz, y la preciada 
    melena de oro undosa: 
    todo la edad se lo llevó envidiosa. 

    ¡Ay! Nísida ¿y procuras 
    ver a tus pies un amador constante? 
    ¿Y de otras hermosuras 
    el divino semblante 
    censuras o desprecias arrogante? 

    En vano es el adorno 
    artificioso, y la oriental riqueza 
    que repartida entorno 
    corona tu cabeza; 
    si falta juventud, gracia y belleza. 

    Ni digas indignada 
    que es indomable corazón el mío 
    do amor no hizo morada, 
    si a tus halagos frío, 
    del ruego que me cansa me desvió. 

    Que Cupidillo ciego, 
    hijo de Venus, fiero me encadena. 
    Isaura, con el fuego 
    de su vista serena, 
    todo me abrasa en agradable pena. 

    Ni permite que cante 
    los lauros que Gradivo en sangre baña, 
    América triunfante 
    con una y otra hazaña, 
    y el muro de Magon abierto a España. 

    Amor las cuerdas de oro 
    me dio y el plectro, porque cante en ellas 
    a la que firme adoro 
    dulcísimas querellas, 
    su espíritu gentil, sus formas bellas. 

    ¡Que amable, si el oído 
    presta suspensa a mi pasión doliente! 
    ¡O al beso apetecido 
    evita brevemente 
    el labio muy hermoso y elocuente! 

    ¡Ay! Si benigna un día 
    (tú lo puedes hacer, madre de amores) 
    cede la ninfa mía 
    los últimos favores; 
    tus aras cubriré de mirto y flores. 

    Leandro Fernández de Moratín (Madrid, 1760-París, 1828) fue uno de los dramaturgos españoles más célebres del siglo XVIII, así como un destacado reformador del panorama teatral de la época. Nació en el seno de una familia noble de origen asturiano. Su padre, dedicado a la abogacía, también fue dramaturgo y poeta, y fundó las tertulias celebradas en la Fonda de San Sebastián, considerada la reunión de intelectuales más importante del siglo XVIII. Cuando falleció su padre en 1780, Moratín tuvo que hacerse cargo de su madre y pasaron algunas dificultades económicas. Su prioridad, no obstante, era poder subsistir para escribir sus obras e investigar acerca de la historia del teatro español. Su estilo de vida, y el favor que le brindaba Manuel Godoy, le permitió viajar por Europa donde estudió el teatro de Molière, Shakespeare o Goldoni. Entre las obras más importantes de Moratín figuran El viejo y la niña, La comedia nueva y El sí de las niñas.