Como ha de ser tu voz, de León Felipe | Poema

    Poema en español
    Como ha de ser tu voz

    Ten una voz, mujer, 
    que pueda 
    decir mis versos 
    y pueda 
    volverme sin enojo, cuando sueñe 
    desde el cielo a la tierra... 
    Ten una voz, mujer, 
    que cuando me despierte no me hiera... 
    Ten una voz, mujer, que no haga daño 
    cuando me pregunte: ¿qué piensas? 
    Ten una voz, mujer, 
    que pueda 
    cuando yo esté contando 
    las estrellas 
    decirme de tal modo 
    ¿qué cuentas? 
    que al volver hacia ti los ojos 
    crea 
    que pasé contando 
    de una estrella 

    otra estrella. 
    Ten una voz, mujer, que sea 
    cordial como mi verso 
    y clara como una estrella. 

    • Que venga el poeta. 
      Y me trajisteis aquí para contar las estrellas, 
      para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena. 

      Éste era el contrato. 
      Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados, 
      a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado. 

    • No me contéis más cuentos, 
      que vengo de muy lejos 
      y sé todos los cuentos. 
      No me contéis más cuentos. 
      Contad 
      y recontadme este sueño. 
      Romped, 
      rompedme los espejos. 
      Deshacedme los estanques, 
      los lazos, 
      los anillos, 
      los cercos, 

    • Así es mi vida, 
      piedra, 
      como tú. Como tú, 
      piedra pequeña; 
      como tú, 
      piedra ligera; 
      como tú, 
      canto que ruedas 
      por las calzadas 
      y por las veredas; 
      como tú, 
      guijarro humilde de las carreteras; 
      como tú, 

    • Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
      Digo tan sólo lo que he visto. 
      Y he visto: 
      que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
      que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
      que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 

    • No he venido a cantar 
      No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. 
      No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente 
      para que me canonicen cuando muera. 
      He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, 
      por el río 

    • Filosófos, 
      para alumbrarnos, nosotros los poetas 
      quemamos hace tiempo 
      el azúcar de las viejas canciones con un poco de ron. 
      Y aún andamos colgados de la sombra. 
      Oíd, 
      gritan desde la torre sin vanos de la frente: 
      ¿Quién soy yo? 

    banner cuadrado de Audible
    banner horizontal de Audible