Así es mi vida, piedra, como tú. Como tú, piedra pequeña; como tú, piedra ligera; como tú, canto que ruedas por las calzadas y por las veredas; como tú, guijarro humilde de las carreteras; como tú, que en días de tormenta te hundes en el cieno de la tierra y luego centelleas bajo los cascos y bajo las ruedas; como tú, que no has servido para ser ni piedra de una lonja, ni piedra de una audiencia, ni piedra de un palacio, ni piedra de una iglesia; como tú, piedra aventurera; como tú, que tal vez estás hecha sólo para una honda, piedra pequeña y ligera...
Ahora camino de noche porque las noches son claras... Y esta noche no hubo luna, no hubo luna amiga y blanca... y había pocas estrellas, pocas estrellas y pálidas...
Y era todo triste sin la luna amiga... y era todo negro sin la luna blanca.
Deshaced ese verso. Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso será la poesía.
Ser en la vida romero, romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos. Ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. Ser en la vida romero, romero..., sólo romero. Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
Y ahora pregunto aquí: ¿quién es el último que habla, el sepulturero o el Poeta? ¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios para que me tapen la boca cuando muera, con una paletada de tierra? No. He venido y estoy aquí,
Oí tocar a los grandes violinistas del mundo, a los grandes 'virtuosos'. Y me quedé maravillado. ¡Si yo tocase así!... ¡Como un 'Virtuoso'! Pero yo no tenía escuela ni disciplina ni método... Y sin estas tres virtudes
No he venido a cantar No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente para que me canonicen cuando muera. He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, por el río