El dolor, de León Felipe | Poema

    Poema en español
    El dolor

    No he venido a cantar 
    No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. 
    No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente 
    para que me canonicen cuando muera. 
    He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, 
    por el río 
    y por la nube... 
    y en las lágrimas que se esconden 
    en el pozo, 
    en la noche 
    y en la sangre... 

    He venido a mirarme la cara en todas las lágrimas del mundo. 
    Y también a poner una gota de azogue, de llanto, 
    una gota siquiera de mi llanto 
    en la gran luna de este espejo sin límites, donde 
    me miren y se reconozcan los que vengan. 
    He venido a escuchar otra vez esta vieja sentencia en las tinieblas: 
    Ganarás el pan con el sudor de tu frente 
    'y la luz con el dolor de tus ojos'. 
    Tus ojos son las fuentes del llanto y de la luz. 

    • Y ahora pregunto aquí: 
      ¿quién es el último que habla, el sepulturero o el Poeta? 
      ¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios 
      para que me tapen la boca cuando muera, 
      con una paletada de tierra? 
      No. He venido y estoy aquí, 

    • Así es mi vida, 
      piedra, 
      como tú. Como tú, 
      piedra pequeña; 
      como tú, 
      piedra ligera; 
      como tú, 
      canto que ruedas 
      por las calzadas 
      y por las veredas; 
      como tú, 
      guijarro humilde de las carreteras; 
      como tú, 

    • Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
      Digo tan sólo lo que he visto. 
      Y he visto: 
      que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
      que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
      que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 

    • No he venido a cantar 
      No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. 
      No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente 
      para que me canonicen cuando muera. 
      He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, 
      por el río 

    • Que venga el poeta. 
      Y me trajisteis aquí para contar las estrellas, 
      para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena. 

      Éste era el contrato. 
      Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados, 
      a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado. 

    • No me contéis más cuentos, 
      que vengo de muy lejos 
      y sé todos los cuentos. 
      No me contéis más cuentos. 
      Contad 
      y recontadme este sueño. 
      Romped, 
      rompedme los espejos. 
      Deshacedme los estanques, 
      los lazos, 
      los anillos, 
      los cercos, 

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