Un caballo blanco, de León Felipe | Poema

    Poema en español
    Un caballo blanco

    Madre... no me riñas, 
    que ya nunca vuelvo a ser malo... 
    No me riñas, madre... 
    que ya no vuelvo a llenarme de barro. 
    Madre... no me riñas, 
    que ya no vuelvo a manchar mi vestido blanco. 

    Madre... 
    cógeme en tus brazos... 
    acaríciame, 
    ponme en tu regazo... 
    Anda... Madre mía, 
    que ya nunca vuelvo a ser malo. 

    Así... 
    Y arrúllame y cántame... y bésame... 
    duérmeme... apriétame en tu pecho 
    con la dulce caricia de tus manos... 
    anda... madre mía 
    que ya no vuelvo a llenarme de barro. 

    Madre... 
    ¿verdad que si ya no soy malo 
    me vas a comprar 
    un caballo blanco 
    y muy grande, 
    como el de Santiago, 
    y con alas de pluma, 
    un caballo que corra y que vuele 
    y me lleve muy lejos... muy alto... muy alto... 

    donde nunca pueda 
    mancharme de barro 
    mi vestido nuevo, 
    mi vestido blanco?... 

    ¡Oh, sí madre mía... 
    cómprame un caballo 
    grande 
    como el de Santiago 
    y con alas de pluma... 
    un caballo blanco 
    que corra y que vuele 
    y me lleve muy lejos... muy alto... muy alto... 
    que yo no quiero otra vez en la tierra 
    volver a mancharme de barro! 

    • Que venga el poeta. 
      Y me trajisteis aquí para contar las estrellas, 
      para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena. 

      Éste era el contrato. 
      Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados, 
      a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado. 

    • No me contéis más cuentos, 
      que vengo de muy lejos 
      y sé todos los cuentos. 
      No me contéis más cuentos. 
      Contad 
      y recontadme este sueño. 
      Romped, 
      rompedme los espejos. 
      Deshacedme los estanques, 
      los lazos, 
      los anillos, 
      los cercos, 

    • Filosófos, 
      para alumbrarnos, nosotros los poetas 
      quemamos hace tiempo 
      el azúcar de las viejas canciones con un poco de ron. 
      Y aún andamos colgados de la sombra. 
      Oíd, 
      gritan desde la torre sin vanos de la frente: 
      ¿Quién soy yo? 

    • Así es mi vida, 
      piedra, 
      como tú. Como tú, 
      piedra pequeña; 
      como tú, 
      piedra ligera; 
      como tú, 
      canto que ruedas 
      por las calzadas 
      y por las veredas; 
      como tú, 
      guijarro humilde de las carreteras; 
      como tú, 

    • Ahora estoy de regreso, he llegado hace poco, 
      soy nuevo en la ciudad... Y esto quiere decir: 
      Me durmieron con un cuento... 
      y me he despertado con un sueño. 
      Voy a contar mi sueño, narradores de cuentos. 
      Voy a contar mi sueño. 
      Es un sueño sin lazos, 

    • Deshaced ese verso, 
      Quitadle los caireles de la rima, 
      el metro, la cadencia 
      y hasta la idea misma... 
      Aventad las palabras... 
      y si después queda algo todavía, 
      eso 
      será la poesía. 
      ¿Qué 
      importa 
      que la estrella 
      esté remota 

    • Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
      Digo tan sólo lo que he visto. 
      Y he visto: 
      que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
      que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
      que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,