La poesía, de Luis Cernuda | Poema

    Poema en español
    La poesía

    En ocasiones, raramente, solía encenderse el salón al atardecer, y el sonido del piano llenaba la casa, acogiéndome cuando yo llegaba al pie de la escalera de mármol hueca y resonante, mientras el resplandor vago de la luz que se deslizaba allá arriba en la galería, me aparecía como un cuerpo impalpable, cálido y dorado, cuya alma fuese la música. 

    ¿Era la música? ¿Era lo inusitado? Ambas sensaciones, la de la música y la de lo inusitado, se unían dejando en mí una huella que el tiempo no ha podido borrar. Entreví entonces la existencia de una realidad diferente de la percibida a diario, y ya oscuramente sentía cómo no bastaba a esa otra realidad el ser diferente, sino que algo alado y divino debía acompañarla y aureolarla, tal el nimbo trémulo que rodea un punto luminoso. 

    Así, en el sueño inconsciente del alma infantil, apareció ya el poder mágico que consuela la vida, y desde entonces así lo veo flotar ante mis ojos: tal aquel resplandor vago que yo veía dibujarse en la oscuridad, sacudiendo con su alma palpitante las notas cristalinas y puras de la melodía. 

    ...

    • Desde niño, tan lejos como vaya mi recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he deseado la eternidad. Todo contribuía alrededor mío, durante mis primeros años, a mantener en mí la ilusión y la creencia en lo permanente: la casa familiar inmutable, los accidentes idénticos de mi vida.

    • Te quiero. 

      Te lo he dicho con el viento, 
      jugueteando como animalillo en la arena 
      o iracundo como órgano impetuoso; 

      Te lo he dicho con el sol, 
      que dora desnudos cuerpos juveniles 
      y sonríe en todas las cosas inocentes; 

    • ¿Recuerdas tú, recuerdas aun la escena 
      a que día tras día asististe paciente 
      en la niñez, remota como sueño de alba? 
      El silencio pesado, las cortinas caídas, 
      el círculo de luz sobre el mantel, solemne 
      como paño de altar, y alrededor sentado 

    • Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman, 
      parece como el viento que se mece en otoño 
      sobre adolescentes mutilados, 
      mientras las manos llueven, 
      manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas, 
      cataratas de manos que fueron un día 

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