Te lo he dicho con el viento, jugueteando como animalillo en la arena o iracundo como órgano impetuoso;
Te lo he dicho con el sol, que dora desnudos cuerpos juveniles y sonríe en todas las cosas inocentes;
Te lo he dicho con las nubes, frentes melancólicas que sostienen el cielo, tristezas fugitivas;
Te lo he dicho con las plantas, leves criaturas transparentes que se cubren de rubor repentino;
Te lo he dicho con el agua, vida luminosa que vela un fondo de sombra; te lo he dicho con el miedo, te lo he dicho con la alegría, con el hastío, con las terribles palabras.
Pero así no me basta: más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte; más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido.
Derriban gigantes de los bosques para hacer un durmiente, derriban los instintos como flores, deseos como estrellas para hacer sólo un hombre con su estigma de hombre.
En ocasiones, raramente, solía encenderse el salón al atardecer, y el sonido del piano llenaba la casa, acogiéndome cuando yo llegaba al pie de la escalera de mármol hueca y resonante, mientras el resplandor vago de la luz que se deslizaba allá arriba en la galería, me aparecía como un cuerpo imp
Unos cuerpos son como flores, otros como puñales, otros como cintas de agua; pero todos, temprano o tarde, serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden, convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.
¿Recuerdas tú, recuerdas aun la escena a que día tras día asististe paciente en la niñez, remota como sueño de alba? El silencio pesado, las cortinas caídas, el círculo de luz sobre el mantel, solemne como paño de altar, y alrededor sentado
No decía palabras, acercaba tan sólo un cuerpo interrogante, porque ignoraba que el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe, una hoja cuya rama no existe, un mundo cuyo cielo no existe.
La noche por ser triste carece de fronteras. Su sombra en rebelión como la espuma, rompe los muros débiles avergonzados de blancura; noche que no puede ser otra cosa sino noche.