Letrillas de cuando pasa el toro, de Manuel Benítez Carrasco | Poema

    Poema en español
    Letrillas de cuando pasa el toro

    Pasa el río y va dejando 
    verde olivar la ribera: 
    olivo y río soñando 
    frente a una larga torera. 

    Y pasa el toro, ¿y qué pasa? 
    Sólo pasa que, al pasar, 
    quisiera encontrarse al paso 
    el río y el olivar. 

    Sobre el río está la luna 
    toreando, toreando 
    sin permiso, como una 
    torera de contrabando. 

    Y pasa el toro, ¿y qué pasa? 
    Pasa que quiere coger 
    a la luna de aquel río 
    del que ya no ha de beber. 

    Pasa el arroyo hecho finta 
    de finísimo cristal 
    para la pájara pinta 
    y para el verde rosal. 

    Pasa, pasa… y, a su paso, 
    veroniquean las flores 
    con un capote de raso 
    y una montera en colores. 

    Y pasa el toro, ¿y qué pasa? 
    Pasa que, si pasa el toro, 
    en la orilla le florece 
    un junco de seda y oro. 

    Pasa el arroyo y no sabe 
    qué orilla será mejor 
    para la pluma del ave 
    y para el pie de la flor. 

    Y pasa el toro, ¿y qué pasa? 
    Sólo pasa que, a su paso, 
    nadie sabe en qué pitón, 
    va la gloria o el fracaso. 

    Y el agua ve que al tan… tan… 
    de su lírico caballo, 
    rosas y espinas se dan 
    citas en el mismo tallo. 

    Y pasa el toro, ¿y qué pasa? 
    Pasa que, si pasa el toro, 
    la muerte guiña en los cuernos 
    y el sol en el traje de oro. 

    Y al cristal que va cantando, 
    un jardinerito loco 
    le está gritando, gritando: 
    ¡Pasa más poquito a poco! 

    Porque entre tanto alboroto, 
    ¡ay, amargura, amargura!, 
    a un alhelí se le ha roto 
    en un lance la cintura. 

    Y pasa el toro, ¿y qué pasa? 
    Pasa que un ángel quisiera 
    ser peón de confianza, 
    ¡quite de plumas toreras! 
    por si acaso 
    el junco de seda y oro 
    se queda prendido al paso 
    entre los cuernos del toro.