El puente, de Manuel Benítez Carrasco | Poema

    Poema en español
    El puente

    ¡Que mansa pena me da! 
    El puente siempre se queda y el agua siempre se va. 

     

       I 


    El río es andar, andar 
    hacia lo desconocido; 
    ir entre orillas vencido 
    y por vencido, llorar. 
    El río es pasar, pasar 
    y ver todo de pasada; 
    nacer en la madrugada 
    de un manantial transparente 
    y morirse tristemente 
    sobre una arena salada. 
    El puente es como clavar 
    voluntad y fundamento; 
    ser piedra en vilo en el viento, 
    ver pasar y no pasar. 

    El puente es como 
    cruzar aguas que van de vencida; 
    es darle la despedida 
    a la vida y a la muerte 
    y quedarse firme y fuerte 
    sobre la muerte y la vida. 
    Espejo tienen y hechura 
    mi espíritu y mi flaqueza, 
    en este puente, firmeza, 
    y en este río, amargura. 

    En esta doble pintura 
    mírate, corazón mío, 
    para luego alzar con brío 
    y llorar amargamente, 
    esto que tienes de puente 
    y esto que tienes de río. 



       II 


    ¡Qué mansa pena me da! 
    El puente siempre se queda y el agua siempre se va. 
    Tristemente para los dos, amor mío, 
    en el amor, uno es puente y otro, río. 
    Bajo un puente de suspiros agua de nuestro querer; 
    el puente sigue tendido, el agua no ha de volver. 
    ¿Sabes tú, acaso, amor mío, 
    quién de los dos es el puente, quién, el río? 
    Si fui yo río, qué pena 
    de no ser puente, amor mío; 
    si fui yo puente, qué pena de que se me fuera el río. 

    Agua del desengaño, 
    puente de olvido; 
    ya casi ni me acuerdo 
    que te he querido. 
    Puente de olvido. 
    Qué dolor olvidarse 
    de haber querido. 



       III 


    Ruinas de mi claridad, 
    derrumbado en mi memoria tengo un puente de cristal. 
    Yo era como un agua clara cantando a todo cantar, 
    y sin que me diera cuenta pasando a todo pasar. 
    El puente de mi inocencia se me iba quedando atrás; 
    un día volví los ojos, 
    ¡qué pena!, y no lo vi más. 



       IV 


    Y seguramente, 
    y seguramente 
    que no lo sabía; 
    de haberlo sabido... 
    no se hubiera roto el puente. 
    Ay... pero este puente... 
    ¿pero es que no lo sabía...? 
    ¿pero no sabía el puente 
    que yo te quería...? 
    y seguramente que no lo sabía; 
    de haberlo sabido... 
    no se hubiera roto el puente. 
    ¡Pero este maldito puente...! 
    ¿Pero es que no lo sabía? 
    Pero no sabía el puente 
    que yo lo quise pasar 
    tan sólo por verte; 
    y seguramente 
    que no lo sabía; 
    de haberlo sabido... 
    no se hubiera roto el puente. 



       V 


    ¡Qué miedo me da pensar! 
    y mientras se van los ríos 
    qué miedo me da pensar 
    que hay un gran río que pasa 
    pero que nunca se va. 
    Dios lo ve desde su puente 
    y lo llama: eternidad. 



       VI 


    Difícil conformidad: 
    el puente dice del río: 
    ¡quién se pudiera marchar! 
    y el río dice del puente: 
    ¡quién se pudiera quedar! 



       VII 


    Agua, paso por la vida; 
    piedra, huella de su paso; 
    río, terrible fracaso; 
    puente, esperanza cumplida. 
    En esta doble partida 
    procura, corazón mío, 
    ganarle al agua con brío 
    esto que tienes de puente, 
    y que pase buenamente 
    esto que tienes de río. 
    y aquí termino el cantar 
    de los puentes que se quedan, 
    de las aguas que se van.