Soleá del amor imposible, de Manuel Benítez Carrasco | Poema

    Poema en español
    Soleá del amor imposible

    Déjame, solo, en mi calle, 
    con mi farol y mi arena, 
    y esta barca de suspiros 
    con una cruz en la vela. 
    déjame, solo, en mi calle, 
    con mi mentira y mi pena, 
    y esta batalla de gritos 
    sin capitán ni bandera. 

    Mi calle ésta, desde anoche, 
    roja de amor y verbena, 
    turbia de besos y barro, 
    tibia de lunas y menta. 
    Mi casa está, desde anoche, 
    deslumbradora de estrellas, 
    con bombos por los rincones 
    y risas por las esteras. 

    Y yo te quiero, y te quiero, 
    y, sin embargo, quisiera 
    no tener pecho de espuma 
    ni corazón de candela. 
    Y yo te quiero y te quiero, 
    Y, sin embargo, quisiera 
    que mi amor se hubiera roto 
    como un vidrio en tu presencia. 
    Y yo no quiero quererte, 
    pero tu Amor se me enreda 
    lo mismo que una serpiente 
    de yerbaluisa y canela. 

    ¿Para qué viniste anoche, 
    locura de mi verbena...? 
    ¿Para qué viniste anoche, 
    si estaba mi agua serena, 
    y el corazón ya se había 
    acostumbrado a mi pena...? 
    ¡Que yo no puedo quererte...! 
    ¡Que tengo mi sangre en deuda! 
    ¡Que en mi voz tengo candados 
    y en mi corazón cancelas! 
    ¡Que mi caricia y mi grito 
    me obedecen a otras riendas, 
    y mi garganta y mis ojos 
    ya son almendro y almendras 
    en un cuello sin pecado 
    y en dos ojos de inocencia! 

    Anda..., vete de mi calle, 
    olvídate de mi puerta, 
    y déjame solo, ¡solo!, 
    con mi mentira y mi pena. 

    ¡Ay, qué amargura sin nombre! 
    ¡Ay, qué amargura sin tregua!, 
    éstas de quererte tanto, 
    y mentir de esta manera, 
    diciéndote con la copla 
    negra y agria de mi pena: 

    “Quítame el beso de anoche, 
    déjame, solo en mi calle, 
    y olvídate de mi nombre.”