Retrato, de Manuel Machado | Poema

    Poema en español
    Retrato

    Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed. 
    Unos ojos de hastío y una boca de sed... 
    Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe... 
    Calaveradas, amoríos... Nada grave, 
    Un poco de locura, un algo de poesía, 
    una gota del vino de la melancolía... 
    ¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido; 
    ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido. 
    Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla, 
    media docena de cañas de manzanilla. 
    Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-, 
    tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo. 

    Me acuso de no amar sino muy vagamente 
    una porción de cosas que encantan a la gente... 
    La agilidad, el tino, la gracia, la destreza, 
    más que la voluntad, la fuerza, la grandeza... 
    Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero, 
    a olor helénico y puro, lo 'chic' y lo torero. 
    Un destello de sol y una risa oportuna 
    amo más que las languideces de la luna 
    Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-, 
    Con Montmartre y con la Macarena comulgo... 
    Y antes que un tal poeta, mi deseo primero 
    hubiera sido ser un buen banderillero. 
    Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa 
    es alegre, aunque no niego que llevo prisa.

    • Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed. 
      Unos ojos de hastío y una boca de sed... 
      Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe... 
      Calaveradas, amoríos... Nada grave, 
      Un poco de locura, un algo de poesía, 
      una gota del vino de la melancolía... 

    • El ciego sol se estrella 
      en las duras aristas de las armas, 
      llaga de luz los petos y espaldares 
      y flamea en las puntas de las lanzas. 
      El ciego sol, la sed y la fatiga. 
      Por la terrible estepa castellana, 
      al destierro, con doce de los suyos 

    • A Miguel de Unamuno 
       
      Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron 
      —soy de la raza mora, vieja amiga del Sol—, 
      que todo lo ganaron y todo lo perdieron. 
      Tengo el alma de nardo del árabe español. 

    • Llorando, llorando, 
      nochecita oscura, por aquel camino 
      la andaba buscando. 

      Conmigo no vengas... 
      Que la suerte mía por malitos pasos, 
      gitana me lleva. 

      ¡Mare del Rosario, 
      cómo yo guardaba el pelito suyo 
      en un relicario! 

    • En tu boca roja y fresca 
      beso, y mi sed no se apaga, 
      que en cada beso quisiera 
      beber entera tu alma. 

      Me he enamorado de ti 
      y es enfermedad tan mala, 
      que ni la muerte la cura, 
      ¡bien lo saben los que aman! 

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