Soy hija de Benito Mussolini y de alguna actriz de los años 40 que cantaba la 'Giovinezza'. Hiroshima encendió el cielo el día de mi nacimiento y a mi cuna llegaron, Hados implacables, un hombre con muchas páginas acariciadas donde yacían versos de amor y de muerte; la voz furiosa de Pablo Neruda; bajo su corona de ceniza, Wilde bello y maldito, habló del esplendor de la Vida y de la seducción fatal de la Derrota; alguien grito 'muera la inteligencia', pero en ese mismo instante Albert Camus decía palabras que eran de acero y de luz; la Pasión ardía en la frente de Mishima; una desconocida sombra o máscara, puso en mi corazón el Paraíso Perdido y un verso; 'par delicatesse j\'ai perdu ma vie'. Caía la lluvia triste de Vallejo se apagaba en el viento la llama de Porfirio; en el aire el furor de las balas que iban de Cúcuta a Leticia, se cruzaban con los cañones de 'Casablanca' y las palabras de su canción melancólica:
'El tiempo pasa, un beso no es más que un beso...'
Así me fue entregado el mundo. Esas cosas de horror, música y alma han cifrado mis días y mis sueños.
Sé que voy a morir porque no amo ya nada. Manuel Machado
Moriré mortal, es decir habiendo pasado por este mundo sin romperlo ni mancharlo. No inventé ningún vicio, pero gocé de todas las virtudes: arrendé mi alma
Soy hija de Benito Mussolini y de alguna actriz de los años 40 que cantaba la 'Giovinezza'. Hiroshima encendió el cielo el día de mi nacimiento y a mi cuna llegaron, Hados implacables, un hombre con muchas páginas acariciadas
Por traidora decidí hoy, martes 24 de junio, asesinar algunas palabras. Amistad queda condenada a la hoguera, por hereje; la horca conviene a Amor por ilegible; no estaría mal el garrote vil, por apóstata, para Solidaridad;