Dime Jessy Jones, de Martha Kornblith | Poema

    Poema en español
    Dime Jessy Jones

    ¿no crees que mi odio sea analizable? 

    Me citan. 
    Me controlan. 
    Me dosifican. 

    Dime Jessy Jones, 
    cuáles son los caminos que conducen a Bridge Town, 
    Cinamon City, Orson Gate. 
    donde caigo de bruces frente a la palabra, 
    que en definitiva es él, 
    y entonces la rabia cede. 

    Así soy yo: 
    la rabia regresa junto con el aburrimiento. 
    ¿Sería mi aburrimiento mi histeria?, dijo Barthes, 
    para eludirlo, disfruto una ceniza quemándome el centro 
    del cuello, 
    la nada, el detalle sin fuerza. 

    Así soy yo: 
    busco tu nombre en la guía telefónica, 
    llamo y cuelgo. 

    Perdóname, reconociste el sonido de los grillos en mi cuarto, 
    sabías que era yo (era la una de la madrugada), 
    solté un brinco, tomé una ducha y exclamé frente al espejo: 
    estoy en él, vivo en él, 
    dormí suavemente, con voluntad. 
    Esta es mi lógica interna: 
    suicidarme se ha convertido en mi divertimiento, mi 
    vocación: 
    hace días, tomé quince fármacos y lo llamé para decirle 
    que era la única forma de lograr que me atendiera. 

    Así soy yo (manipuladora): 
    invento nombres de ciudades, no porque signifiquen, sino 
    para darle un ritmo al poema. 
    Vamos Jessy Jones a Bridge Town, Cinamon City, Orson Gate, 
    allí donde la rabia cede y yo voy con botas, un abrigo y un 
    blue jean a un café citadino. En él, varios poetas se interesan 
    por el suicidio como una elección personal de la muerte. 
    Esos bares, paradójicamente, son tremendamente insomnes, 
    insuflados de vida. 
    En definitiva, nadie es capaz de decidirse. 

    Dime Jessy Jones, 
    ¿no crees que mi odio sea analizable? 

    Por favor, culpa al contexto, 
    rompe el límite. 

    Así es mi rabia: 
    me persigue, me hace ir del vértice del bien al mal. 
    Odio, 
    manipulo, 
    me autodigo puta loca, loca puta, 
    llamo y cuelgo, 
    cuando desaparece 
    digo gracias. 

    Dime Jessy Jones, 
    ¿no crees que los verdaderos limitados son los médicos? 

    Este poema tiene su historia secreta: 
    nace de un sueño 
    muy personal, 
    un sueño-libro. 
    Trama, desenlace, paradoja 
    concluye (como nunca me suele ocurrir). 
    ¿Eras tú, Jessy Jones, quien me decía que llevara más dinero al colegio? 
    De niña desarrollé una gran habilidad para robarlo de mis 
    compañeritas. 
    Colegio, casa, parque. 
    ¿Eras tú, Jessy Jones, o el espectro de la rabia, o del amor, 
    o de la madre? 

    Ella: 
    buscó amor en los conciliábulos médicos, 
    intercambió roles, rompió los límites para idear una relación 
    formal amorosa imposible. 

    Ella: 
    no tiene criterio de realidad, 
    desea más allá de lo deseado, 
    no tolera las frustraciones. 

    Ella: 
    se enamoró primero de su jefe (lugar común), 
    la apedrearon por loca, 
    ese fue el antecedente de la primera consulta 
    deprimida. 
    Ellos levantaron el telón, 
    el síntoma: su fracaso para realizar la expectativa. 

    Ella no tolera que le nieguen algo, 
    le dieron un mundo de confort, mármol y oro, 
    forma berrinches, 
    tira las puertas, 
    odia que la ignoren, 
    aunque a veces busca brillar por su ausencia y cuando 

    se suicida 
    olvida que no hay nada más olvidado que un muerto. 
    La gente, comentaba Chaplin, me pregunta cómo se me ocurren 
    las ideas. Ellas nacen de un deseo incesante de tenerlas. 

    Tú eres la palabra: 
    mientras más me rechaza más la busco, 
    cuando la encuentro, puede que me acaricie o me maltrate, 
    se queda por tan sólo un instante, y luego se va con otra. 
    Tú eres la palabra: 
    me apedreas por grosera, 
    te saco provecho literario, 
    te quiero joder.