Sonreír con la alegre tristeza del olivo. Esperar. No cansarse de esperar la alegría. Sonriamos. Doremos la luz de cada día en esta alegre y triste vanidad del ser vivo.
Me siento cada día más libre y más cautivo en toda esta sonrisa tan clara y tan sombría. Cruzan las tempestades sobre tu boca fría como sobre la mía que aún es un soplo estivo.
Una sonrisa se alza sobre el abismo: crece como un abismo trémulo, pero valiente en alas. Una sonrisa eleva calientemente el vuelo.
Diurna, firme, arriba, no baja, no anochece. Todo lo desafías, amor: todo lo escalas. Con sonrisa te fuiste de la tierra y del cielo.
Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío: claridad absoluta, transparencia redonda. Limpidez cuya extraña, como el fondo del río, con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..
El último y el primero: rincón para el sol más grande, sepultura de esta vida donde tus ojos no caben. Allí quisiera tenderme para desenamorarme. Por el olivo lo quiero, lo percibo por la calle, se sume por los rincones
De sangre en sangre vengo, como el mar de ola en ola, de color de amapola el alma tengo, de amapola sin suerte es mi destino, y llego de amapola en amapola a dar en la cornada de mi sino.
Un albañil quería... No le faltaba aliento. Un albañil quería, piedra tras piedra, muro tras muro, levantar una imagen al viento desencadenador en el futuro.