Tú no entiendes, amigo, tú no entiendes. Deja que te lo explique, no en palabras -que con palabras no se entiende a nadie- sino a mi modo oscuro, que es el claro. Así oscura y claramente lo siento yo: A mí no me perturba la Rosa de los Vientos. Bello es el Sur, pero también el Norte tiene belleza. Para mi casa en noche está la luna y con mi vida puedo henchir la tierra cuando la tierra es árida. Sé vivir en el viento y en la nube y beber el agua sobre las hojas. -No siempre se ha de estar alto, como Aldebarán...- Hay que saber doblarse sin partirse. Saber leer, y luego saber romper la copa. La ciudad puede, alguna vez, ser selva. ¿Qué importa así o de otro modo? Bebiendo sol y salitre en alto mástil de barco o en presidio... Me da igual. Donde quiera estoy yo. A salvo.
Tú no entiendes, amigo, tú no entiendes. Deja que te lo explique, no en palabras -que con palabras no se entiende a nadie- sino a mi modo oscuro, que es el claro. Así oscura y claramente lo siento yo: A mí no me perturba la Rosa de los Vientos.
Todo puede venir por los caminos que apenas sospechamos. Todo puede venir de dentro, sin palabras o desde fuera, ardiendo y romperse en nosotros, inesperadamente, o crecer, como crecen ciertas dichas, sin que nadie lo escuche.