Acabar con todo, de Octavio Paz | Poema

    Poema en español
    Acabar con todo

    Dame, llama invisible, espada fría, 
    tu persistente cólera, 
    para acabar con todo, 
    oh mundo seco, 
    oh mundo desangrado, 
    para acabar con todo. 

    Arde, sombrío, arde sin llamas, 
    apagado y ardiente, 
    ceniza y piedra viva, 
    desierto sin orillas. 

    Arde en el vasto cielo, laja y nube, 
    bajo la ciega luz que se desploma 
    entre estériles peñas. 

    Arde en la soledad que nos deshace, 
    tierra de piedra ardiente, 
    de raíces heladas y sedientas. 

    Arde, furor oculto, 
    ceniza que enloquece, 
    arde invisible, arde 
    como el mar impotente engendra nubes, 
    olas como el rencor y espumas pétreas. 
    Entre mis huesos delirantes, arde; 
    arde dentro del aire hueco, 
    horno invisible y puro; 
    arde como arde el tiempo, 
    como camina el tiempo entre la muerte, 
    con sus mismas pisadas y su aliento; 
    arde como la soledad que te devora, 
    arde en ti mismo, ardor sin llama, 
    soledad sin imagen, sed sin labios. 
    Para acabar con todo, 
    oh mundo seco, 
    para acabar con todo.

    Octavio Paz (1914-1998), poeta, ensayista, traductor, dramaturgo y cuentista mexicano, fue diplomático y profesor en universidades europeas y norteamericanas. En 1963 fue distinguido con el Gran Premio Internacional de Poesía, y después con el Premio Cervantes 1981 y el Premio Nobel de Literatura 1990. Desde 1977, hasta su muerte, dirigió la revista Vuelta (Premio Príncipe de Asturias 1992). Publicó, entre otros numerosos libros, los de poesía Libertad bajo palabra, Salamandra, Ladera este, Árbol adentro, así como los ensayos El laberinto de la soledad, El arco y la lira, Puertas al campo, Corriente alterna, Cuadrivio, Los hijos del limo o El ogro filantrópico, y el monumental estudio Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, por citar algunos. 

    • Entre la tarde que se obstina 
      y la noche que se acumula 
      hay la mirada de una niña. 

      Deja el cuaderno y la escritura, 
      todo su ser dos ojos fijos. 
      En la pared la luz se anula. 

    • Las puertas del año se abren, 
      como las del lenguaje, 
      hacia lo desconocido. 
      Anoche me dijiste: 
      mañana 
      habrá que trazar unos signos, 
      dibujar un paisaje, tejer una trama 
      sobre la doble página 
      del papel y del día. 
      Mañana habrá que inventar, 

    • Ruidos confusos, claridad incierta. 
      Otro día comienza. 
      Es un cuarto en penumbra 
      y dos cuerpos tendidos. 
      En mi frente me pierdo 
      por un llano sin nadie. 
      Ya las horas afilan sus navajas. 
      Pero a mi lado tú respiras; 
      entrañable y remota 

    • Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces dos olas 
      y la noche es océano. 

      Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces dos piedras 
      y la noche desierto. 

      Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces raíces 
      en la noche enlazadas. 

    • el comienzo 
                      el cimiento 
      la simiente 
                          latente 
      la palabra en la punta de la lengua 
      inaudita                        inaudible 
                      impar 
      grávida                                nula