Mediodía, de Octavio Paz | Poema

    Poema en español
    Mediodía

    Un quieto resplandor me inunda y ciega, 
    un deslumbrado círculo vacío, 
    porque a la misma luz su luz la niega 

    Cierro los ojos y a mi sombra fío 
    esta inasible gloria, este minuto, 
    y a su voraz eternidad me alío. 

    Dentro de mí palpita, flor y fruto, 
    la aprisionada luz, ruina quemante, 
    vivo carbón, pues lo encendido enluto. 

    Ya entraña temblorosa su diamante, 
    en mí se funde el día calcinado, 
    brasa interior, coral agonizante. 

    En mi párpado late, traspasado, 
    el resplandor del mundo y sus espinas 
    me ciegan, paraíso clausurado. 

    Sombras del mundo, cálidas ruinas, 
    sueñan bajo mi piel y su latido 
    anega, sordo, mis desiertas minas. 

    Lento y tenaz, el día sumergido 
    es una sombra trémula y caliente, 
    un negro mar que avanza sin sonido, 
    ojo que gira ciego y que presiente 
    formas que ya no ve y a las que llega 
    por mi tacto, disuelto en mi corriente. 

    Cuerpo adentro la sangre nos anega 
    y ya no hay cuerpo más, sino un deshielo, 
    una onda, vibración que se disgrega. 

    Medianoche del cuerpo, toda cielo, 
    bosque de pulsaciones y espesura, 
    nocturno mediodía del subsuelo, 

    ¿este caer en una entraña oscura 
    es de la misma luz del mediodía 
    que erige lo que toca en escultura? 

    -El cuerpo es infinito y melodía.

    Octavio Paz (1914-1998), poeta, ensayista, traductor, dramaturgo y cuentista mexicano, fue diplomático y profesor en universidades europeas y norteamericanas. En 1963 fue distinguido con el Gran Premio Internacional de Poesía, y después con el Premio Cervantes 1981 y el Premio Nobel de Literatura 1990. Desde 1977, hasta su muerte, dirigió la revista Vuelta (Premio Príncipe de Asturias 1992). Publicó, entre otros numerosos libros, los de poesía Libertad bajo palabra, Salamandra, Ladera este, Árbol adentro, así como los ensayos El laberinto de la soledad, El arco y la lira, Puertas al campo, Corriente alterna, Cuadrivio, Los hijos del limo o El ogro filantrópico, y el monumental estudio Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, por citar algunos. 

    • Entre la tarde que se obstina 
      y la noche que se acumula 
      hay la mirada de una niña. 

      Deja el cuaderno y la escritura, 
      todo su ser dos ojos fijos. 
      En la pared la luz se anula. 

    • Las puertas del año se abren, 
      como las del lenguaje, 
      hacia lo desconocido. 
      Anoche me dijiste: 
      mañana 
      habrá que trazar unos signos, 
      dibujar un paisaje, tejer una trama 
      sobre la doble página 
      del papel y del día. 
      Mañana habrá que inventar, 

    • Ruidos confusos, claridad incierta. 
      Otro día comienza. 
      Es un cuarto en penumbra 
      y dos cuerpos tendidos. 
      En mi frente me pierdo 
      por un llano sin nadie. 
      Ya las horas afilan sus navajas. 
      Pero a mi lado tú respiras; 
      entrañable y remota 

    • Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces dos olas 
      y la noche es océano. 

      Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces dos piedras 
      y la noche desierto. 

      Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces raíces 
      en la noche enlazadas. 

    • el comienzo 
                      el cimiento 
      la simiente 
                          latente 
      la palabra en la punta de la lengua 
      inaudita                        inaudible 
                      impar 
      grávida                                nula