Y sacaréme la niebla el turbio zumo oscuro del traspienso la pulpa la soborra de mente toda su gris resaca me sacaré hasta el meollo antes de que se asiente la áspera espera arena que taté teté yo y lamí y tragué yo en la sed a trago tardo largo lo hueco lo plenamente hueco y que no es más que hueco pero crece sin fin ni sino o causa o pauta o pausa me sacaré yo el lastre que no lastra por no saber a piedra por no saber saber ni saber no saber los decesos del seso y sus desechos me sacaré yo de pie junto con tanta sombra sórdida que sobra de cuanto fue y no fue o fue fue y no se fue aunque retorne al árbol del primo primo simio me sacaré yo sin tino la maraña demasiadísimo humana y mil y miles vueltas y revueltas y contras y recontras y sus colas y sus entelequitas y emocioncitas nómadas y más y más de cuajo me sacaré el obtuso yo zurdo absurdo burdo que aún busca ser herido aunque sonría entre otros obvios sordos escombros naturales y restos casi muertos de algún yo otro propio que todavía ulula porque me cree su perro
Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
Lo palpable lo mórbido el conco fondo ardido los tanturbios las tensas sondas hondas los reflujos las ondas de la carne y sus pistilos núbiles contráctiles y sus anexos nidos los languiformes férvidos subsobornos innúmeros del tacto su mosto azul desnudo