Son importantes tantas cosas -madre-. El olor de naftalina, los baúles en los que vamos destripando sueños, años pasados bajo la misma sombra. Sin embargo, preparo con prisa mis maletas, vacío los cajones rencorosa de una alegría que no pudiste darme, y es todo tuyo -madre-. Las maderas que rechinan vengativas, los cuadros de dudosa firma, las bandejas de plata que transportaron turrones navidades pasadas y nunca perseguidas. Hago el inventario -cruel siempre- que me anuncia tu presente concepción de silencios. Hago y olvido, varias docenas de bordadas enaguas y colchas con mi nombre. Las mantas -madre- quedan con su olor a naftalina enmohecida, quedan dos pares de zapatos viejos, mi primer par de medias, el bolso que estrené una mañana, cuando tuve que esconder mi pañuelo demasiado grande para una sola lágrima. Mi estatura se parte -frente a ti- y sólo queda un murmullo de alas vencidas por la vida. Me olvido de las cosas importantes. Del vaso de mis fiebres, de las horas pasadas sobre mí como en la muerte. Me llevo todo -madre-. Hasta esa lágrima dormida entre mis ojos. Dejo a cambio el inventario -firmado y rubricado- de mis sueños. Abres la puerta, salgo cierras. Vuelves por el largo pasillo de la casa. Enderezas ese cuadro torcido, que yo moví al pasar y quizá pienses en pintar las paredes de mi cuarto, en cambiar las cortinas, en recoger pisadas que aún nos viven, que nos pueblan de adioses presurosos, como alargados trenes que no paran. Que no te importe nada, madre, madre. Que no te importe la sangre -madre mía- que en río de silencios nos separa. Que no te importen las llaves que perdiste para impedir mi marcha.
Son importantes tantas cosas -madre-. El olor de naftalina, los baúles en los que vamos destripando sueños, años pasados bajo la misma sombra. Sin embargo, preparo con prisa mis maletas, vacío los cajones rencorosa
En la larga desolación, de que la luna se tienda sobre mi corazón, aunque yo no lo quiera, de que el pez se agarre a mi voz, sin que yo pueda mover una sola de mis intenciones, atada para siempre a una mesa, a la mesa