De la gloria a tus pitones, bajé, gorrión de oro, a jugar contigo al toro, no a pedirte explicaciones. ¡A ver si te las compones y vuelves vivo al chiquero!
¡Qué salero! ¡Cógeme, torillo fiero!
Alas en las zapatillas, céfiros en las hombreras, canario de las barreras, vuelas con las banderillas. Campanillas te nacen en las chorreras.
¡Qué salero! ¡Cógeme, torillo fiero!
Te digo y te lo repito, para no comprometerte, que tenga cuernos la muerte a mí se me importa un pito. Da, toro torillo, un grito y ¡a la gloria en angarillas!
¡Qué salero! ¡Que te arrastran las mulillas! ¡Cógeme, torillo fiero!
Poblado estoy de muchas azoteas. Sobre la mar se tienden las más blancas, dispuestas a zarpar al sol, llevando como velas las sábanas tendidas. Otras dan a los campos, pero hay una que solo da al amor, cara a los montes. Y es la que siempre vuelve.
Alguien dijo de mí, rosa perdida: 'Ayer naciste, y morirás mañana. Para tan breve ser; quién te dio vida?' Para tan breve ser… Hoy es mañana ya, hoy es mañana... Y ayer naciste, ayer. Nací rosa amarilla en primavera.
El diablo hocicudo, ojipelambrudo, cornicapricudo, pernicolimbrudo y rabudo, zorrea, pajarea, mosquicojonea, humea, ventea, peditrompetea por un embudo.
Verde, lenta, la tortuga. ¡Ya se comió el perejil, la hojita de la lechuga! ¡Al agua, que el baño está rebosando! ¡Al agua, pato! Y sí que nos gusta a mí y al niño ver la tortuga tontita y sola nadando.
Te digo adiós, amor, y no estoy triste. Gracias, mi amor, por lo que ya me has dado, un solo beso lento y prolongado que se truncó en dolor cuando partiste.
A Jaqueline que vive siempre dentro de los ojos del monstruo. El ojo humano, el ojo luz, el ojo caos, el ojo universo, el ojo eternidad... Vicente Huidobro