¿Qué voy a hacer, mujer, sin tu cuidado, cuando noviembre llegue por mis venas? Ya no estarán en pie las azucenas que yo cuidaba en tu jardín cercado.
Pero de aquel jazmín que yo he guardado entre dos hojas de romances llenas quedará la nostalgia de mis penas junto al perfume de tu amor callado.
Y cuando me pregunten: Y esto, ¿qué era? ¿para qué esta biznaga mustia y rota en el cuaderno de tus versos viejos...?
yo les diré que fue...¡la primavera!, el zumo de unos labios gota a gota sembrando la ilusión de huir muy lejos;
de huir muy lejos con la fe cautiva en algo que presiento aunque no veo, y ascender, ya sin Venus ni Morfeo, sin humano timón, a la deriva,
para encontrar al fin la senda viva que me lleve hasta el Cristo en quien yo creo, sirviéndome tu luz de cirineo, lejos ya de la tierra cielo arriba...
Mientras insiste aquí la primavera y alza en nuestro balcón su viejo nido, nido de alegre amor de primavera
que busca inútilmente mi latido, porque la primavera... ¡la he perdido desde que tú te fuiste en primavera.
Yo no sé lo que es 'el mar'... 'La mar' sí que sé lo que es... No digáis 'el mar', amigos, porque 'la mar' es mujer... Amante del pescador, amiga del timonel, esposa que siempre aguarda, novia y hermana a la vez... hembra de espuma que tienta
'Deprisa, que no llegamos, quiero la mantilla blanca.' ¡Qué run run por los salones del Palacio de Quintana!. Mayo y tarde de domingo; en el piano, una sonata. Se le deshacen los dedos gordezuelos a la Infanta. 'Maestro Saco del Valle,