Gracias, Señor, por tanto que me has dado
-alegría y dolor, gozo y olvido-;
gracias por lo que soy y lo que he sido,
y por lo que seré con tu cuidado.
De tu mano camino, renovado,
como vuelto a nacer, recién nacido,
ruiseñor de ala aún corta en torno al nido
que Tú mismo, Señor, me has preparado.
Cantaré tu alabanza noche y día.
Por Ti, mi pobre verso será de oro
sobre las cuerdas del salterio al viento.
Arpa, timbal y clave y chirimía
su fondo musical darán al coro
de mis rimas, ya sólo con tu acento..