Otro domingo más sin tu mirada, de Rafael de León | Poema

y todo lo echaste a rodar 
y en vez de decirte: 'Te quiero', 
te dije: -¿Qué quieres cobrar?- 

Y me valoraste las rosas, 
poniéndole precio al jardín 
y fueron tomando las cosas 
un tono metálico y ruin. 

Yo me acerqué hasta tu vera 
con miedo, ¿por qué negarlo? 

En las sienes me latían 
cincuenta y dos desengaños; 
gris de paisaje en los ojos, 
risas sin sol en los labios, 
y el corazón jadeante 
como un pájaro cansado. 

Necesito de ti, de tu presencia, 
de tu alegre locura enamorada. 
No soporto que agobie mi morada 
la penumbra sin labios de tu ausencia. 

«Y me bendijo a mi mare; 
y me bendijo a mi mare. 
Diez séntimos le di a un pobre 
y me bendijo a mi mare. 
¡Ay! qué limosna tan chiquita, 
qué recompensa tan grande. 
¡Qué limosna tan chiquita, 
qué recompensa tan grande!» 

No lo sabe mi brazo, ni mi pierna, 
ni el hilo de mi voz, ni mi cintura, 
ni lo sabe la luna que está interna 
en mi jardín de amor y calentura. 

   I 

Lo mataron en Granada, 
una tarde de verano 
y todo el cielo gitano 
recibió la puñalada... 

¿Te acuerdas de aquella copla 
que escuchamos aquel día 
sin saber quién la cantaba 
ni de qué rincón salía? 
Pero qué estilo, qué duende, 
qué sentimiento y qué voz; 
creo que se nos saltaron 
las lágrimas a los dos. 
'Toíto te lo consiento 

Iba convaleciente 
de una herida de amor en el costado; 
iba casi inconsciente 
cuando te vi a mi lado 
y hasta el pulso por ti se me ha parado...