Estas cosas, de Ricardo Molinari | Poema

    Poema en español
    Estas cosas

    No sé, pero quizás me esté yendo de algo, de todo, 
    de la mañana, del olor frío de los árboles o del íntimo sabor 
    de mi mano. 
    Pero estas llamas y la lluvia bajan por la tarde del día elevadas, 
    con su trabajo cruel y afanoso, con el terror de la primavera 
    y el tiempo y la noche vanamente disueltos en su impaciencia. 

    Yo sé que estoy mirando, extendido, sin atender 
    lo que el polvo y el abandono ocultan de mi cuerpo y de mi lengua. 
    Una palabra, aquella sonriente y terrible de ternura, 
    oscurecida por la razón y el mágico envenenamiento de la nostalgia; 
    sedentaria huye por un campamento, llamada y perseguida permanente, 
    sin alguna vez, devuelta entera y desentendida 
    al seno ardiente de la noche, al ser mayor e indestructible de la atmósfera. 
    Nada queda después de la muerte definido y elevado, ni la imagen voluntariosa 
    sobre los pastos crecidos y ondulantes, ni el pie 
    atropellado que dispara de su quemada historia intacta. 

    Sin clamor el rostro siente el húmedo temporal, el albergue perecedero 
    y la flor abierta en el vacío, 
    sin volver los ojos, va en su rapidez disuelto 
    y extrañísimo. 
    Soy el ido, el variante del cielo, 
    de la calle muerta en las nubes, 
    su entretenimiento como un pájaro. 

    ¡Amor, amor! una brizna del sentido, 
    tal vez un día donde mis labios bebieron la sangre 
    y todas estas nieblas azotadas e irremediables, perdidas. 
    Decidido, toma, ¡oh noche!, mis secos ramos y llénalos de rocío brillante 
    y pesado, igual al de las hojas del orgulloso y reclinado invierno.