A lo lejos se escucha un canto, vago y tembloroso, lejano, lejano... Una voz de niña, que en él va llorando, vibra cono un dulce timbre puro y claro. Solo y triste marcho por este camino que guardan los álamos. (Las casa que esperan al desesperado se ven al extremo del camino largo). Lentamente marcho.
Brillan las estrellas. Sollozan los álamos. Y llega de lejos, el canto. Al oírlo, todo se ha callado: el viento que pasa y el camino largo, la voz que en mí mismo me habla del pasado, la noche, los álamos... Y estoy solo, y triste, y alegre, y temblando, lleno de unas voces que nunca he escuchado, y más cerca que antes de tu amor lejano. Brillan las estrellas en el cielo pálido. Lentamente marcho. Junto a mí, la negra sombra de los álamos. A lo lejos, el canto...
A lo lejos se escucha un canto, vago y tembloroso, lejano, lejano... Una voz de niña, que en él va llorando, vibra cono un dulce timbre puro y claro. Solo y triste marcho por este camino que guardan los álamos. (Las casa que esperan al desesperado
Madres de los poetas que en el pasado han sido, vengo a hablar con vosotras de vuestros hijos tristes. Carne doliente, en vuestras entrañas han dormido y no los conocisteis.