Asegúrate bien de que a tu lado peleen los océanos eternos, aunque esta noche el viento en contra y las mareas nos hagan su juguete. A fuerza de tiempo, no de guerra, en medio del peligro nos guiamos: Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino dondequiera que aparezca en todo tiempo de angustia y también en el de nuestra salvación, el juego vence siempre al jugador y el barco a su tripulación.
De la niebla salen rumbo a la tiniebla las olas que brillan y se encrespan. Casi estas aguas sin conciencia se comportan como si tuviesen alma- casi como si hubieran pactado sumergir nuestra bandera debajo de sus aguas verdes: sea bienvenida entonces la descortesía del Destino dondequiera que pueda verse, etc.
Asegúrate bien, a pesar de que las olas y el viento en reserva guardan ráfagas aún más poderosas, que los que cumplimos las guardias asignadas ni por un instante descuidemos la vigilancia. Y mientras nuestra proa flotando rechaza cada carrera frustrada de las olas, canta, sea bienvenida la descortesía del Destino dondequiera que se desvele, etc.
No importa que sea barrida la cubierta y se rompan la arboladura, el maderamen- de cualquier pérdida podremos sacar provecho salvo de la pérdida del regreso. Por eso, entre estos Diablos y nuestra astucia deja que la cortesía de las trompetas suene, y que sea bienvenida la descortesía del Destino, dondequiera que se encuentre, etc.
Asegúrate bien, aunque en poder nuestro nada quede para dar salvo sitio y fecha para encontrar el fin, y deja de esforzarte por vivir, que hasta que éstos se disuelvan, nuestra Orden se mantiene, nuestro Servicio aquí nos ata. Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino, dondequiera que aparezca, en todo tiempo de angustia y también en el de nuestro triunfo, el juego vence siempre al jugador y el barco a su tripulación.
Rudyard Kipling (1865-1936) nació en Bombay, India. A los seis años fue enviado a estudiar a Inglaterra y en 1882 regresó a la India, donde trabajó para la Civil and Military Gazette, de Lahore, hasta 1889, en calidad de editor. De su obra narrativa cabe destacar La luz que se apaga (1891), El libro de la selva (1894), Capitanes intrépidos (1897), Stalky &, Cía. (1899) y Kim (1901). También es notable su obra poética, con títulos como Baladas del cuartel (1892) y Las cinco naciones (1903). Viajó por Asia y Estados Unidos, donde se casó con Caroline Balestier, y vivió un tiempo en Vermont. En 1903 se estableció en Inglaterra y en 1907 se le concedió el Premio Nobel de Literatura. Kipling fue uno de los autores más populares y respetados de su época, uno de los grandes escritores del crepúsculo victoriano.
Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor la pierden y te culpan a ti. Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti, pero también toleras que tengan dudas.
Estamos muy ligeramente modificados respecto de los semi-monos que vagaban por la arcilla de la India Prehistórica; el que tensaba el arco más grande derribaba a su hermano, ya saben, tal como derribamos hombres hoy.