Despedida al piano, de Salvador Díaz Mirón | Poema

    Poema en español
    Despedida al piano

    Tristes los ojos, pálido el semblante, 
    de opaca luz al resplandor incierto, 
    una joven con paso vacilante 
    su sombra traza en el salón incierto. 

    Se sienta al piano: su mirada grave 
    fija en el lago de marfil que un día 
    aguardó el beso de su mano suave 
    para rizarse en olas de armonía. 

    Agitada, febril, con insistencia 
    evoca al borde del teclado mismo, 
    a las hadas que en rítmica cadencia 
    se alzaron otra vez desde el abismo. 

    Ya de Mozart divino ensaya el estro, 
    de Palestrina el numen religioso, 
    de Weber triste el suspirar siniestro 
    y de Schubert el canto melodioso. 

    -¡Es vano! -exclamó la joven bella, 
    y apagó en el teclado repentino 
    su último son, porque sabía ella 
    que era inútil luchar contra el destino. 

    -Adiós -le dice-, eterno confidente 
    de mis sueños de amor que el tiempo agota, 
    tú que guardabas en mi edad riente 
    para cada ilusión alguna nota; 

    hoy mudo estás cuando tu amiga llega, 
    y al ver mi triste corazón herido, 
    no puedes darme lo que Dios me niega: 
    ¡la nota del amor o del olvido!