¡Eterno femenino del Pánfilo eterno! ¡Haznos saltar, peleles pagamos la tramoya! La escena iluminamos... Y tú, entre bastidores, Al tramoyista puedes ofrecerle tu cuerpo.
Que estalle en nuestra espalda tu caprichoso látigo, ¡Corona tus rodillas!... nuestra testuz de ciervos; ¡Ríe! ¡enseña tus dientes!... somos civilizados. Y en nosotros hay algo de eunuco y alguacil.
... Ah, ¿no entiendes?... –Ni yo– Exhibe tus encantos. Gira: ¡Estamos borrachos! Y vacíos: ¡Sé cruel! ¡Fustiga a tu pachá, tu humilde servidor!...
Luego, ¡aprende a caer! –pero a caer con gracia– ¡En nuestra fina arena que no quede señal!... –Es el oficio de la mujer y el gladiador. –
¡Eterno femenino del Pánfilo eterno! ¡Haznos saltar, peleles pagamos la tramoya! La escena iluminamos... Y tú, entre bastidores, Al tramoyista puedes ofrecerle tu cuerpo.
¿Qué estás buscando en mí, mujer tres veces ninfa?... ¡Y yo que te creía una niña tan buena! –¿El amor?... –Adelante: ¡busca, coge, saquea! ¡Quererme tú también!... ¡yo que te tanto te amé!