A una camarada, de Tristan Corbière | Poema

    Poema en español
    A una camarada

    ¿Qué estás buscando en mí, mujer tres veces ninfa?... 
    ¡Y yo que te creía una niña tan buena! 
    –¿El amor?... –Adelante: ¡busca, coge, saquea! 
    ¡Quererme tú también!... ¡yo que te tanto te amé! 

    ¡Oh, sí, te quise como... el lagarto que muda 
    Quiere al rayo de sol que caldea su sueño!... 
    Entre tú y yo el amor parece alicaído: 
    –¡Eh! ¡Delante de mí que se aparte mi sol! 

    Este amor que es el mío, no quiere que lo quieran; 
    Mendigo, tiene miedo de que alguien lo escuche... 
    Es un pobre andrajoso, es, en fin, un bohemio 
    Que sólo se alimenta de ayuno y libertad. 

    ¿Acaso menudencia, bibelot o capricho?... 
    Es posible: él es raro –y es su único bien– 
    Pero un bibelot roto, se puede reparar; 
    ¡En cambio él, despegado, ningún valor tendrá!... 

    ¡Vete, no derribemos la puerta entreabierta 
    Hacia un paraíso fatigado en exceso! 
    Guardémosle a la verde manzana de otros tiempos 
    Su piel, bajo el disfraz de fruta prohibida. 

    ¿Pero qué nos hicimos el uno al otro, dime?... 
    –No nos hicimos nada... –Quizá sea por eso; 
    –¿Quién fue el que comenzó? –Yo no, ¡soy un bendito! 
    Más tarde, quién dirá: ¡Ya se acabó! –eso es todo. 

    Los dos, sin duda... –Y tú puedes estar segura 
    De que soy todavía el más equivocado: 
    Ya que si, por error, o por casualidad 
    No me engañases tú... yo me habría engañado. 

    A esto lo llamaremos: una amistad tranquila; 
    Puesto que el amor quiere decir su último adiós. 
    No confiemos mucho, oh cara malquerida... 
    –¡Son siempre demasiado ciertas esas mentiras!... 

    Podríamos, al menos, dejar de maldecirnos 
    –Si te parece bien– diez minutos después. 
    Morir de esto sería para caerse de risa... 
    ¡Ah, tu risa tan tierna, la que yo tanto amé!