El médico cazador, de Vital Aza | Poema

    Poema en español
    El médico cazador

    Un doctor muy afanado, 
    que jamás cazado había, 
    salió una vez, invitado, 
    a una alegre cacería. 

    Con cara muy lastimera, 
    confesó el hombre ser lego, 
    diciendo: –«Es la vez primera 
    que cojo un arma de fuego. 

    Como mi impericia noto, 
    me vais a tener en vilo.» 
    Y dijo el dueño del coto: 
    –«Doctor, esté usted tranquilo, 

    Guillermo, el guarda, estará 
    colocado junto a usted; 
    él es práctico y sabrá 
    indicarle...» –«Así lo haré, 

    –dijo el guarda–. Sí, señor, 
    no meterá usted la pata. 
    Verá usted, señor doctor, 
    los conejos que usted mata. 

    Siga en todo mi consejo. 
    ¿Que un conejo se presenta? 
    Pues yo digo: ¡Ahí va el conejo! 
    ¡Y usted tira y lo revienta!» 

    –«Bueno, bueno, siendo así!...» 
    –«Nada, que no tema usted. 
    Quietecito junto a mí; 
    chitón, y yo avisaré.» 

    Colocose tembloroso 
    el buen doctor a la espera, 
    cuando un conejo precioso 
    salió de su gazapera. 

    –«Ahí va un conejo– le grita 
    el guarda-; ¡no vacilar!» 
    Y el doctor se precipita, 
    y ¡pum! disparó al azar. 

    Y es claro, como falló 
    diez metros la puntería, 
    el conejo se escapó 
    con más vida que tenía. 

    El guarda puso mal gesto 
    y rascose la cabeza. 
    Hubo una pausa y en esto 
    saltó de pronto otra pieza. 

    –«¡Ahí va una liebre, doctor! 
    ¡Tire usted pronto, o se esconde!» 
    y ¡pum! el pobre señor 
    disparó... ¡Dios sabe a dónde! 

    Gastó en salvas, sin piedad, 
    lo menos diez tiros, ¡diez! 
    sin que por casualidad 
    acertara ni una vez. 

    Guillermo, que no era un zote, 
    sino un guarda muy astuto, 
    dijo para su capote: 
    –«Este doctor es muy bruto. 

    ¡No le pongo como un trapo, 
    mas ya sé lo que he de hacer!» 
    Y al ver pasar a un gazapo 
    corriendo a todo correr: 

    –«¡Doctor! –exclamó Guillermo 
    con rabia mal reprimida–, 
    ¡Ahí va un enfermo! ¡Un enfermo!» 
    Y ¡pum! ¡Lo mató en seguida!