Lamentos de un amante, de William Shakespeare | Poema

    Poema en español
    Lamentos de un amante

    Devolvía los ecos la cóncava colina 
    del dolor de una historia de aquel vecino valle. 
    Mi espíritu seguía el doble encantamiento 
    y recostado oía la voz del triste canto. 
    Al rato en este estado, vi una pálida joven, 
    que rasgaba papeles y destrozaba anillos, 
    asolando su mundo de lluvias y de vientos. 

    Cubría su cabeza un sombrero de paja, 
    que guardaba su cara de los rayos del sol 
    y mi mente al mirarla, adivinaba un tiempo 
     de lozana hermosura, gastada por los años. 
    Segador es el Tiempo de flores juveniles, 
    más con ella no pudo ni el furor de los cielos 
    y de aquel bello tiempo aún muestras mantenía. 

    De vez en vez llevaba su pañuelo a los ojos 
    en cuyo lienzo había unos extraños signos, 
    mojando los dibujos con su líquido amargo, 
    que en lágrimas, cual perlas, su dolo transformaba 
    y leyendo a menudo lo escrito en el papel 
    a menudo gritaba con palabras confusas, 
    ora el clamor agudo, ora grave el clamor. 

    A veces con sus ojos impulsaba un mal rayo 
    cual si fueran los astros objeto de su ataque 
    y a veces divagando, clava estos pobres dardos 
    en la terrible órbita. A veces extendía 
    sus brazos al vacío, vagando su mirada, 
    al tiempo que sus brazos, sin fijación alguna 
    igual que un alma en pena, que sufre un mal delirio. 

    Su ondulante cabello, ni suelto ni peinado, 
    proclamaban en ella su propia sencillez, 
    cayendo del sombrero de paja en cataratas, 
    por sus mustias mejillas del color de la cera, 
    mientras algunos rizos, entre su hilada malla, 
    serviles no intentaban, salir de aquel encierro 
    a pesar de que nada les impedía hacerlo. 

    Miles de fruslerías extrajo de su cesto, 
    de cristal y de ámbar y cuentas de azabache, 
    que una a una en el río, distraída arrojaba, 
    sobre el llorado margen, se sentó en la ribera 
    y tal como en la usura, añadía sus lágrimas 
    como el poder de un rey, añadiendo más bienes 
    donde todo es exceso y no donde hace falta. 

    William Shakespeare fue un dramaturgo y poeta inglés, considerado uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Hijo de un comerciante de lanas, se casó muy joven con una mujer mayor que él, Anne Hathaway. Se trasladó a Londres, donde adquirió fama y popularidad en su trabajo, primero bajo la protección del conde de Southampton, y más adelante en la compañía de teatro de la que él mismo fue copropietario, Lord Chamberlain's Men, que más tarde se llamó King's Men, cuando Jacobo I la tomó bajo su mecenazgo. Su obra es un compendio de los sentimientos, el dolor y las ambiciones del alma humana, donde destaca la fantasía y el sentido poético de sus comedias, y el detalle realista y el tratamiento de los personajes en sus grandes tragedias. De entre sus títulos destacan Hamlet, Romeo y Julieta, Otelo, El rey Lear, El sueño de una noche de verano, Antonio y Cleopatra, Julio César y La tempestad. Shakespeare ocupa una posición única en el mundo, pues sus obras siguen siendo leídas e interpretadas en todo el mundo.