Leemos las cartas de los difuntos como impotentes dioses, pero dioses a fin de cuentas porque conocemos las fechas posteriores. Sabemos qué dinero no ha sido devuelto. Con quién se casaron rápidamente las viudas. Pobres difuntos, inocentes difuntos, engañados, falibles, ineptamente precavidos. Vemos los gestos y las señas que hacen a sus espaldas. Cazamos con el oído el rumor de los testamentos rotos. Están sentados frente a nosotros, ridículos, como en panecillos con mantequilla, o se echan a correr tras los sombreros que vuelan de sus cabezas. Su mal gusto, Napoleón, el vapor y la electricidad, sus mortales curas para enfermedades curables, el insensato Apocalipsis según San Juan, el falso paraíso en la tierra según Juan Jacobo… Observamos en silencio sus peones en el tablero, sólo que tres casillas más allá. Todo lo previsto por ellos salió de una manera totalmente diferente, o un poco diferente, es decir, también totalmente diferente. Los más diligentes nos miran ingenuamente a los ojos, porque hacían cuenta de que encontrarían en ellos la perfección.
A algunos, es decir, no a todos. Ni siquiera a los más, sino a los menos. Sin contar las escuelas, donde es obligatoria, y a los mismos poetas, serán dos de cada mil personas.
De cada cien personas, las que todo lo saben mejor: cincuenta y dos, las inseguras de cada paso: casi todo el resto, las prontas a ayudar, siempre que no dure mucho: hasta cuarenta y nueve, las buenas siempre,
Morir, eso no se le hace a un gato. Porque qué puede hacer un gato en un piso vacío. Trepar por las paredes. Restregarse entre los muebles. Parece que nada ha cambiado y, sin embargo, ha cambiado. Que nada se ha movido, pero está descolocado.
Soy un tranquilizante. Funciono en casa. Soy eficaz en la oficina, me siento en los exámenes. Comparezco ante los tribunales, pego cuidadosamente las tazas rotas: sólo tienes que tomarme, ¡disolverme bajo la lengua, tragarme,
Prefiero el cine. Prefiero los gatos. Prefiero los robles a orillas del Warta. Prefiero Dickens a Dostoievski. Prefiero que me guste la gente a amar a la humanidad. Prefiero tener a la mano hilo y aguja. Prefiero no afirmar