A algunos, es decir, no a todos. Ni siquiera a los más, sino a los menos. Sin contar las escuelas, donde es obligatoria, y a los mismos poetas, serán dos de cada mil personas.
Les gusta, como también les gusta la sopa de fideos, como les gustan los cumplidos y el color azul, como les gusta la vieja bufanda, como les gusta salirse con la suya, como les gusta acariciar al perro.
La poesía, pero qué es la poesía. Más de una insegura respuesta se ha dado a esta pregunta. y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro como a un oportuno pasamanos.
Hay catálogos de catálogos. Hay poemas sobre poemas. Hay obras sobre actores representadas por actores. Cartas motivadas por cartas. Palabras que sirven para explicar palabras. Cerebros ocupados en estudiar el cerebro.
Pido perdón al azar por llamarlo necesidad. Pido perdón a la necesidad por si me equivoco. Que no se enoje la suerte por apropiármela. Que no me reprochen los muertos la palidez de mis recuerdos.
Leemos las cartas de los difuntos como impotentes dioses, pero dioses a fin de cuentas porque conocemos las fechas posteriores. Sabemos qué dinero no ha sido devuelto. Con quién se casaron rápidamente las viudas. Pobres difuntos, inocentes difuntos,