Han venido. Invaden la sangre. Huelen a plumas, a carencias, a llanto. Pero tú alimentas al miedo y a la soledad como a dos animales pequeños perdidos en el desierto.
Han venido a incendiar la edad del sueño. Un adiós es tu vida. Pero tú te abrazas como la serpiente loca de movimiento que sólo se halla a sí misma porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto, tú abres el cofre de tus deseos y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan.
Cuando me miras mis ojos son llaves, el muro tiene secretos, mi temor palabras, poemas. Sólo tú haces de mi memoria una viajera fascinada, un fuego incesante.
Después de años en Europa Quiero decir París, Saint-Tropez, Cap St. Pierre, Provence, Florencia, Siena, Roma, Capri, Ischia, San Sebastián, Santillana del Mar, Marbella, Segovia, Ávila, Santiago, y tanto y tanto
Cansada del estruendo mágico de las vocales Cansada de inquirir con los ojos elevados Cansada de la espera del yo de paso Cansada de aquel amor que no sucedió Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Ese instante que no se olvida tan vacío devuelto por las sombras tan vacío rechazado por los relojes ese pobre instante adoptado por mi ternura desnudo desnudo de sangre de alas sin ojos para recordar angustias de antaño