Surges amarga, pensativa, profunda tal un mar amurallado; reposas como imagen hecha hielo en el cristal que te aprisiona y te adivino en duelo, sostenida bajo un mortal cansancio o bajo un sueño en sombra, congelada. En vano te defiendes cuando tus ojos alzas y me miras a través de un desierto de ceniza, porque en ti nada existe que delate si por tu cuerpo corre luz o un efluvio de rosas, sino temor y sombra, la caída de una ola transformada en un simple rocío sobre el cuerpo. Y es verdad: a pesar de ti desciendes y no existe recuerdo que al mundo te devuelva, ni quien escuche el lánguido sonar de tus latidos. Eres como una imagen sin espejo flotando prisionera de ti misma, crecida en las tinieblas de una interminable noche, y te deslíes en suspiros, en humedad y lágrimas y en un soñar ternuras y silencio.
Sólo mi corazón te precipita como el viento a la flor o a la mirada, reduciéndote a voz aún no erigida, disuelta entre la lengua y el deseo. De allí has de brotar hecha ceniza, hecha amargura y pensamiento, creada nuevamente de tus ruinas, de tu temor y espanto. Y desde allí dirás que amor te crea, que crece con terror de ejércitos luchando, como un espejo donde el tiempo muere convertido en estatua y en vacío. Porque ¿quién eres tú sino la imagen de todo lo que nutre mi silencio, y mi temor de ser sólo una imagen?
Abro la puerta, vuelvo a la misericordia de mi casa donde el rumor defiende la penumbra y el hijo que no fue sabe a naufragio, a ola o fervoroso lienzo que en ácidos estíos el rostro desvanece. Arcaico reposar de dioses muertos llena las estancias,
Los cuerpos se recuerdan en el tuyo: su delicia, su amor o sufrimiento. Si noche fuera amar, ya tu mirada en incesante oscuridad me anega. Pasan las sombras, voces que a mi oído dijeron lo que ahora resucitas, y en tus labios los nombres nuevamente
Surges amarga, pensativa, profunda tal un mar amurallado; reposas como imagen hecha hielo en el cristal que te aprisiona y te adivino en duelo, sostenida bajo un mortal cansancio o bajo un sueño en sombra, congelada. En vano te defiendes