El otro día, a la salida del curro, vi:
un Mustang,
rugiendo como una bestia,
bajando la cuesta.
Y a los cuarenta segundos:
un cuatro latas,
petardeando como una cafetera,
subiendo la cuesta.
Aquí se mezclan los días y las vueltas.
Así que cualquier evento que se salga de lo previsto es muy de agradecer.