Había una pareja joven bajo el porche americano.
Joven y bella.
Aunque el varón era de lo más celoso.
Una tira de papel higiénico,
que el viento trajo consigo,
se prendió fuego
al rozar
la piel del chico.
Tal vez la incendiase la pasión.
El pendón en llamas se coló
por el cuello de su camisa,
y el chaval corrió hacia la casa,
a toda, a toda prisa.
La puerta sonó como un trueno.
El cielo era un infinito bloque de mármol.
Al cabo, reapareció el muchacho.
Aunque se había convertido en otro hombre,
mucho mayor.
Más curtido y experimentado.
La chica, al verlo, se inflamó a propósito.
Con un cirio escarlata.
Pero antes le colocó a su hombre
un clavel en la solapa.
Una vez transformada
lo agarró del brazo
y juntos
se alejaron de allí.