Dicen que anhelamos lo que no tenemos.
Que, cuando lo conseguimos, perdemos el interés.
El deseo se desvanece.
Yo sólo anhelo un minuto más.
Y cuando lo obtenga, supongo que desearé otro.
Y luego otro.
Y otro.
Hasta que no tenga fuerzas ni para desear.
O hasta que me apuñalen, o me pase por encima un 4x4.
No creo en el Destino.
Habrá que estar al tanto.