Dieron a los niños por una ramera. Dieron a las niñas por vino para beber.
Resultaba curioso ver al compungido alcalde, rodeado de alcachofas, destellado por los flashes, pidiendo que los ciudadanos rezasen por la niña, de nombre EQUIS, para que fuese encontrada pronto y en buen estado de salud... cuando días antes la había estado violando junto a su jauría de colegas de postín. (Entre todos sumaban un número indecente de condecoraciones honoríficas, medallitas bien lustradas). Afortunadamente para ellos, en este país no escasean los (chivatos) drogodependientes. Cabecitas de turco por sus malas cabezas.
Almuerzo en un bar, junto al metro de Avenida de la Ilustración. Bocadillo de calamares, tercio de Mahou, puñado de torreznos y 1984. Entro a currar en hora y media. Tic tac, tic tac. Aquí dentro se está de lujo.
Estamos sentados en un agrietado banco de la Plaza de Oriente. Bebemos litros y comemos papas sin sal. Pasamos frío. Hablamos de cine, de mujeres, del futuro.
Al sexto cubata solía fantasear con: Cambiar su jotabé-cola por un acá-cuarentaysiete. Entrar en la pista central. Abrirse paso entre la multitud. - Entre los cavernícolas que se empujan como ciervos. - Entre las féminas de largas piernas y labios rojos.