Girasol, de André Breton | Poema

    Poema en español
    Girasol

    La viajera que atravesó les Halles a la caída del verano 
    Caminaba sobre la punta de los pies 
    La desesperación hacía girar en el cielo sus grandes yaros tan bellos 
    Y en el bolso de mano se hallaba mi sueño ese frasco de sales 
    Que únicamente aspiró la madrina de Dios 
    Los entorpecimientos se desplegaban como el vaho 
    En el Perro que fuma 
    Donde acababan de entrar el pro y el contra 
    La muchacha sólo podía ser vista por ellos mal y al sesgo 
    Tenía yo que vérmelas con la embajadora del salitre 
    O con la curva blanca sobre fondo negro que llamamos pensamiento 
    El baile de los inocentes estaba en su apogeo 
    Los farolillos se encendían lentamente entre los castaños 
    La dama sin sombra se arrodilló en el Pont au Change 
    Calle Gît-le-Coeur los timbres ya no eran los mismos 
    Las promesas de las noches por fin se cumplían 
    Las palomas mensajeras los besos de socorro 
    Se unían a los pechos de la bella desconocida 
    Lanzados bajo el crespón de las significaciones perfectas 
    Una granja prosperaba en medio de París 
    Y sus ventanas daban sobre la vía láctea 
    Pero nadie la habitaba aún a causa de los aparecidos 
    De los aparecidos que como se sabe son más devotos 
    que los desaparecidos 
    Algunos como esta mujer aparentan nadar 
    Y en el amor penetra un poco de su substancia 
    Ella los interioriza 
    Yo no soy el juguete de ninguna potencia sensorial 
    Y sin embargo el grillo que cantaba en los cabellos de ceniza 
    Una tarde cerca de la estatua de Etienne Marcel 
    Me hizo un guiño de entendimiento 
    André Breton me dijo pasa 

    • Los pulpos alados guiarán por última vez la barca cuyas velas están hechas de ese solo día hora a hora 
      Es la velada única tras la cual sentirás subir por tus cabellos el sol blanco y negro 
      De los calabozos rezumará un licor más fuerte que la muerte 

    • Nosotros los pájaros que encantas siempre desde lo alto de esos belvederes 
      Y que cada noche no formamos más que una rama florecida de tus hombros a los brazos de tu carretilla bienamada 
      Que nos desprendemos más vivos que centellas de tu muñeca 

    • La viajera que atravesó les Halles a la caída del verano 
      Caminaba sobre la punta de los pies 
      La desesperación hacía girar en el cielo sus grandes yaros tan bellos 
      Y en el bolso de mano se hallaba mi sueño ese frasco de sales 
      Que únicamente aspiró la madrina de Dios 

    • El satén de las páginas que se hojean en los libros modela una mujer tan hermosa 
      Que cuando no se lee se contempla a esa mujer con tristeza 
      Sin atreverse a hablarle sin atreverse a decirle que es tan hermosa 
      Que lo que se va a saber no tiene precio