Esta fría mañana tan cerca de diciembre no tomé el desayuno, no he leído el periódico, no me metí en la ducha después de la gimnasia (esta oscura mañana no quise hacer gimnasia) no subí la persiana para asomarme al cielo ni he mirado en la agenda las promesas del día. Esta dura mañana con su duro castigo he roto algunas cosas que mucho me quisieron y salvé algunas otras porque duele mirarlas. Me estoy haciendo daño esta mañana fría, quisiera destruirme sin salir de la cama o encontrar la manera de dormir un momento.
Cuando menos lo esperas, suele decir la gente, la sorpresa aparece con sus dientes de anís. Cuando menos lo esperas, si te fijas un poco, verás que el aire lleva gaviotas y mensajes... mas ya no van conmigo esos viejos asuntos. El aire arrastra lluvias y tristezas heridas y yo no quiero verlo cruzar como un bandido tan guapo y tan azules sus ojos venenosos.
Esta fría mañana tan cerca de diciembre cuando rozan los árboles de puntillas las nubes junto a tanta miseria, tan helada ternura, yo dejo mi impotencia, mi personal naufragio entre estos blancos pliegues olvidado... Aunque mi cuerpo caiga doblemente desnudo en ese traje roto que luego es un poema. Aunque otro sueño baje su luz por la almohada y ya no te despierte mi voz en el jardín.
La vida siempre acaba mal. Siempre promete más de lo que da y no devuelve nunca el furor, el entusiasmo que pusimos al apostar por ella. Es como si cobrase en oro fino la calderilla que te ofrece y sus deudas pendientes -hoy por hoy-
Esta fría mañana tan cerca de diciembre no tomé el desayuno, no he leído el periódico, no me metí en la ducha después de la gimnasia (esta oscura mañana no quise hacer gimnasia) no subí la persiana para asomarme al cielo
No es fácil cambiar de casa, de costumbres, de amigos, de lunes, de balcón. Pequeños ritos que nos fueron haciendo como somos, nuestra vieja taberna, cerveza para dos. Hay cosas que no arrastra el equipaje: el cielo que levanta una persiana,