No es fácil cambiar de casa, de costumbres, de amigos, de lunes, de balcón. Pequeños ritos que nos fueron haciendo como somos, nuestra vieja taberna, cerveza para dos. Hay cosas que no arrastra el equipaje: el cielo que levanta una persiana, el olor a tabaco de un deseo, los caminos trillados de nuestro corazón. No es fácil deshacer las maletas un día en otra lluvia, cambiar sin más de luna, de niebla, de periódico, de voces, de ascensor. Y salir a una calle que nunca has presentido, con otros gorriones que ya no te preguntan, otros gatos que no saben tu nombre, otros besos que no te ven venir. No, no es fácil cambiar ahora de llaves.
La vida siempre acaba mal. Siempre promete más de lo que da y no devuelve nunca el furor, el entusiasmo que pusimos al apostar por ella. Es como si cobrase en oro fino la calderilla que te ofrece y sus deudas pendientes -hoy por hoy-
Esta fría mañana tan cerca de diciembre no tomé el desayuno, no he leído el periódico, no me metí en la ducha después de la gimnasia (esta oscura mañana no quise hacer gimnasia) no subí la persiana para asomarme al cielo
No es fácil cambiar de casa, de costumbres, de amigos, de lunes, de balcón. Pequeños ritos que nos fueron haciendo como somos, nuestra vieja taberna, cerveza para dos. Hay cosas que no arrastra el equipaje: el cielo que levanta una persiana,