Amor, de Antonio Plaza Llamas | Poema

    Poema en español
    Amor

    Corazón que, renaciendo 
    a las ilusiones, vas 
    tu letargo sacudiendo; 
    sigue, corazón, durmiendo, 
    y no despiertes jamás. 

    Dos negros ojos te flechan 
    con sus dardos celestiales; 
    pero, aunque tiernos te acechan 
    esos ojos, ni sospechan, 
    corazón, lo que tú vales. 

    Esa de talle de palma, 
    morena de labios rojos, 
    robó, corazón, tu calma... 
    ¡ay de ti, si tiene el alma 
    tan negra, como los ojos!... 

    ¿Por qué estás a cada instante 
    tú con la razón en riña?... 
    ¡pobre entraña palpitante, 
    con altivez de gigante 
    y tus candores de niñal 

    Deja, corazón, que arguya 
    contra ese amor la experiencia, 
    para que tu afán destruya; 
    porque cada historia tuya 
    me ha costado una creencia. 

    Corazón, ¡tú me asesinas!... 
    por contentar imprudente 
    pasiones que no dominas, 
    en el alma llevo espinas, 
    y llevo luto en la frente. 

    Que el alma altiva que aliento 
    arde, como arde la tea, 
    y al expresar lo que siento, 
    falta espacio al pensamiento 
    y falta idioma a la idea. 

    Buscando un alma latiste 
    materia vil deificando; 
    ¿mas si el alma en que creiste, 
    ya ni en mis sueños existe, 
    por qué la sigues buscando? 

    ¿Por qué recordar no quieres 
    en tu amorosa porfía, 
    el infierno de placeres 
    que te dieron las mujeres 
    a quienes amaste un día?... 

    Niño mártir sin memoria, 
    nacido por el dolor 
    inmenso, mudo, sin gloria, 
    ¿por qué olvidaste tu historia? 
    ¿no sabes lo que es amor? 

    Amor, es vivir muriendo 
    en un infierno, gozando 
    la gloria de estar sufriendo; 
    ¡es amar aborreciendo, 
    y despreciar adorando!... 

    ¡Corazón, no me atormentes 
    con tu insensata pasión!... 
    ¿suspiras?... ¡si tanto sientes, 
    suspira hasta que revientes, 
    desgraciado corazón! 

    Que la audaz filosofía 
    el amor que yo te niego 
    combate de noche y día... 
    ¿por qué es la razón tan fría, 
    si eres, corazón, de fuego?... 

    ¡Me quemas cuando te toco!... 
    ¡lates con fuerza increíble!... 
    ¡eh! corazón, poco a poco... 
    sosiégate, niño loco, 
    no me pidas lo imposible. 

    Sólo te dará un calvario 
    el amor de esa mujer; 
    olvídala, es necesario, 
    y envuélvete en el sudario 
    de tus memorias de ayer. 



        * 



    Sí, morena, al conocerte 
    perdió mi ser el quietismo; 
    pero ya no quiero verte; 
    porque mi amor es la muerte, 
    más que la muerte, el abismo. 

    Sé que te haré desgraciada 
    con esta absurda pasión... 
    Al fin ¿yo qué pierdo?... ¡Nada!... 
    soy un alma condenada 
    que vuela a su perdición. 

    Deja que por ti yo tema... 
    huye de mi amor maldito; 
    porque el amor que me quema, 
    tiene un horrible anatema 
    con letras de fuego escrito. 

    Deja que en silencio ame, 
    fingiendo estúpida calma: 
    y antes que mi amor te infame, 
    todo tu desprecio dame, 
    ya que te di toda el alma.