Vendo roca de Sísifo, añeja, bien lustrada, llevadera, limada por los siglos, pura roca de infierno. Para tediosos y desesperados, amantes del absurdo o para culturistas metafísicos. Almohadilla de pluma para el hombro sin coste adicional.
Vendo una isla de segunda mano. No la puedo atender. Perfecto estado: arenas y ensenadas, olas, acantilados, arboledas, delfines. Instalación de sueños casi intacta.
Vendo toro de Dédalo. Discreción. Quince días de frenético ensayo. Se entrega a domicilio. Se adapta a todo tipo de orificios.
Revendo laberintos usados, muy confusos. Se garantiza pérdida total por siete u ocho años. Si no queda contento, reembolsamos el hilo de Ariadna.
La vida es una empresa laboriosa:
veinte segundos de ficción en pie y una tenue canción desesperada.
Somos microrrelatos que caminan: Soy No-fui, No-seré, No-soy cansado.
Vivir es patinar breve jornada. Sólo soy los anuncios que he tragado.
Alquilo alas de Ícaro adaptables, elásticas.
Imprescindible curso de suicida, máster de soñador o currículum roto de antemano.
Llamarán a tu puerta una tarde cualquiera. Y no se sabe quién habrá dejado en el suelo un paquete para ti. MUY FRÁGIL, dice al dorso. Lo remite Pandora. Albergue de montaña en el Olimpo. Grecia la Vieja.
En la toma perfecta, cuando el guión es bueno y los actores fingen dignamente ser héroes, el tiempo marca estrías, va apagando uno a uno los focos y la banda sonora se interrumpe. Sensación de pantalla desgarrada la insuficiencia siempre de vivir.
Vendo roca de Sísifo, añeja, bien lustrada, llevadera, limada por los siglos, pura roca de infierno. Para tediosos y desesperados, amantes del absurdo o para culturistas metafísicos. Almohadilla de pluma para el hombro sin coste adicional.
Acodada en la barra o la terraza me miro desde lejos como dicen que se miran los que han estado muertos: un fulgor en el vaso me resume lo helado de los años. Vértigo de un rodaje discontinuo, fotogramas vacíos que huyen. Eso sí,