Piernas de vagabundo, corazón de mendigo, marcho por lsa tinieblas a la merced del viento. Me estoy quedando, amigos, casi sin un amigo, pero no sé encender la luz de mi aposento.
Si ya conoces todos los rincones urbanos, si no hay rostro noctámbulo que no conozcas ya, si has estrechado inútilmente todas las manos, ¿qué haces a estas horas solo por la ciudad?
En el patio en que alza su azul la lavandera, un molino trabaja con tan loca alegría, que se abren las hojas cerradas de la higuera, se tornasola un pato y un pajarillo pía.