Las cajeras del Día los viejos y las viejas. La asistenta y su hija aprendiendo en la Celsa que un chinito no engancha y a los veinte la entierran.
Los amores que tuve el milagro que dejan. El amor recibido el amor que aún me tiembla. Me da pena mi casa, la mesita de Ikea, el frío, la estufita, mi madre y sus tarteras.
Me da pena que acabe. Me da pena si empieza. Los balcones del centro sus visillos gris perla. La espalda del polaco con su bombona a cuestas. Me da pena ir al Rastro, el negro sin licencia.
Me da pena internet navegando a dos velas, autistas afectivos... sin una boca cerca, manoseando un ratón pornográfica técnica.
Las pelis de la dos. Tragarse la tristeza. Me da pena los lunes peinaditos de fiesta. Los ojos de mi perro el paque y la cadena. Me da pena el atasco la casita en la sierra. Los carros de Alcampo los créditos vivienda.
Me da pena quererte y que tu no me quieras seguir sin ti viviendo o hacer que me lo crea. Me da pena escribir estos versos que enredan mi pecho con su lana y la sed de tejerla. No escribo para mí esto es del que lo lea.
Yo sé que es vida esto que se mueve entre estas venas rotas y cansadas. No hay célula que tienda a resistirse. No quiero ser inmune a nadie, a nada. Yo sé, porque me duele cuando escribo, que Amparitxu se acuerda de Celaya.
Puedo escribir lo que me da la gana Inventarme vivir, desenredar nostalgias. Hacer caligrafía, corregirme las faltas, escribir por ejemplo: -mi mamá no me ama-. Y la M de mierda y la P de putada.
Estoy al borde de ser borde, me lo noto. El precipicio crece, estoy cansada. Estoy al borde de ser borde, estoy a punto de nieve mucha nieve. Estoy helada.
Debería ser feliz y todas esas cosas. Tengo amor, un trabajo, Una casa. (Su sombra). Debería sentir Heidis corriendo. Rosas sin espinas creciendo. Debería ser otra. ¿Y qué te falta a ti? ¿y a ellos qué les sobra?