Carta, de Cecilia Meireles | Poema

    Poema en español
    Carta

    Yo, sí -¿Pero y la estrella de la tarde, que subía y descendía 
    de los cielos cansada y olvidada? 
    ¿Y los pobres, que golpeaban las puertas, sin resultado, haciendo 
    vibrar la noche y el día con su puño seco? 
    ¿Y los niños, que gritaban con el corazón aterrado?: '¿por qué 
    nadie nos responde?' 
    ¿Y los caminos, y los caminos vacíos, con sus manos extendidas 
    inútilmente? 
    ¿Y el santo inmóvil, que deja a las cosas continuar su rumbo? 
    ¿Y las músicas encerradas en cajas, suspirando con las alas 
    recogidas? 

    ¡Ah! –Yo, sí –porque ya lo lloré todo, y despedí mi cuerpo 
    usado y triste, 
    y mis lágrimas lo lavaron, y el silencio de la noche lo enjugó. 
    Pero los muertos, que enterrados soñaban con palomas ligeras 
    y flores claras, 
    y los que en medio del mar pensaban en el mensaje que la playa 
    desplegaría rápidamente hasta sus dedos... 
    Pero los que se adormecieron, de tan excesiva vigilia –y que yo 
    no sé si despertarán... 
    y los que murieron de tanta espera... -y que no sé si fueron salvados. 

    Yo, sí. Pero todo esto, todos estos ojos puestos en ti, en lo alto 
    de la vida, 
    no sé si te mirarán como yo, 
    renacida y desprovista de venganzas, 
    el día que necesites el perdón. 

    • No cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos, 
      vienen los presos, los tuertos, los monjes, los oradores, 
      los suicidas. 
      Vienen las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras, 
      de las escalinatas, 
      y, con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas. 

    • Yo, sí -¿Pero y la estrella de la tarde, que subía y descendía 
      de los cielos cansada y olvidada? 
      ¿Y los pobres, que golpeaban las puertas, sin resultado, haciendo 
      vibrar la noche y el día con su puño seco?